Uso y desuso de la poesía en un contexto cotidiano

Jorge A. Boccanera: los poetas
No entramos en los planes de nadie
(premio Casa de las Américas, 1976)
¿Se queja el poeta de verse tan ninguno
tan desplanificado e improductible
o es gallo alzando la cresta
expresando altivo su imposible sujeción
a leyes ajenas a las del poema
a las de la radical libertad de la escritura?
Da igual resulta que sí entramos
En los planes
Una línea tal vez sola en el denso dossier
Pero si entramos Hay premios y castigos
Conviene no engañarse
Ni engañar
Daniel Bellón
2ª invocación (de “Lengua de signos”, 2002-2003)

En ciertos círculos de poetas se escucha con cierta indiferencia decir que la poesía de ahora “posmoderna” no se entiende, es muy oscura, o que simplemente está para la compresión y la opinión de quienes la escriben. Sólo el propio poeta interpreta su poesía y muchas vences ni él mismo. Cuesta trabajo y provoca desinterés pensar que atrás quedaron asuntos como la rima y la métrica. Acaso es prudente especular que la poesía que circula hoy en libros, internet, salas y festivales de lectura, es de unos pocos y que la poesía de siglos atrás era para todos. Dónde quedaron Stéphane Mallarmé, Rubén Darío, Sor Juana, pregunta desesperada una poeta decimonónica. Giuseppe Ungaretti no optaba por una manera de hacer y de entender la poesía, por el contrario, él siempre se refería a que los modos de la poesía son “infinitos”. Para este autor la poesía era de todos, brotaba de una experiencia que no solo era propia sino también colectiva. La poesía no era ni incomprensible, ni comprensible, no era ni fácil, ni difícil. La poesía verdadera era poesía. Cada poeta tenía que luchar por identificarse con un lenguaje personal, con una voz que rompiera con aquel silencioso eterno de los espacios infinitos al que se refería pascal.

Eco señaló alguna vez que ante un texto podían asumirse dos posturas: usar o interpretar el texto. Sobre esta dicotomía se puede afirmar que el género poético “pide” sin duda, un lector. Pero un lector que no use el texto sino que lo interprete para salir de sí mismo y encontrarse en un espacio de sentimiento e ideas plasmado por el autor. Ante esta “separación” uso-interpretación, la poesía cumple la función dada por el lector, aquella que surge entre la convivencia inesperada de poesía-lector, lector-contexto. Y no me refiero a un lector especializado sino al lector común, que gusta de ratos de esparcimiento para el alma, que encuentra inevitable la poesía, tan inevitable como reír y llorar. W. H. Auden afirma que “la poesía es lenguaje en el más personal, el más íntimo de los diálogos. Un poema sólo tiene vida en cuanto un lector responde a las palabras que el poeta escribió”. “Tenemos la lucha diaria, inevitable y mortalmente seria de apoderarnos de la palabra y ponerla en el contacto más directo posible con todo lo que se siente, ve, piensa, imagina, experimenta.” escribió Goethe. El poeta alemán ahondaba en la responsabilidad del poeta con el lector, aquellos lectores que no necesitan intelectualizar la poesía sino tan sólo experimentarla, vivirla; apropiarla desde cualquiera de los sentidos. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo lleva dentro. En otras palabras: el poeta es el mago, el lector es la magia.

“La poesía debe ser hecha por todos”. Insistía Lautréamont, reencontrándose con afluentes de antiguos proverbios africanos como el que nos recuerda Gustavo Pereira: “El hombre se hace hombre por los otros”. En efecto, Carlos Yusti observa que la sentencia de marras alude a un sentido más vital que literario: “La poesía como una manera de obrar y hacer (ético y estético) en la vida ordinaria”. Juan Calzadilla, al respecto, apunta: “La poesía como actitud transmisible, como género cotidiano y como actividad pública de los sentidos necesita de la presencia de un autor anónimo que vuelva realidad el postulado según el cual la poesía debe ser hecha por todos, aunque sea UNO solo quien finalmente la haga.” La antigua nostalgia de una poesía hecha por todos y para todos, tal como lo enfatiza Octavio Paz, “conciencia histórica, conciencia de la separación y tentativa por reunir lo que fue separado... Poesía, momentánea reconciliación: ayer, hoy, mañana; aquí y allá; tú, yo, él, nosotros. Todo está presente: será presencia.” A modo de cuerpo místico creador, donde unos militamos ante aquellos triunfantes, gozosos o purificantes. (Pablo Mora).

Hace unas semanas conversaba con un amigo sobre ciertas interpretaciones superficiales que le da la sociedad a la poesía. En conclusión: ¿Quién no ha estado presente en alguna reunión social cuando de pronto alguien en tono irónico solicita la voz del poeta: que hable el poeta, que declame uno de sus poemitas, que nos diga unos versos de esos que nos llegan al alma, o de plano hasta aplauden los presentes para que el poeta, presto o no, declame unos versos aprendidos de memoria. Esto como si la poesía se redujera a un acto ingenuo. En otro análisis, como si la poesía es un producto de aquellas almas cursis y bien intencionadas dispuestas a cambiar el mundo con sueños irrealizables. Lo anterior parece darnos cuenta de que la sociedad mediática se aleja de la poesía, la destierra de su contexto. Suena terrible pensar que la poesía va a propiciar los mismos intereses y afinidades que la narrativa, pues ya podemos darnos cuenta que el lector común se aleja de la poesía, porque va tras la búsqueda de encontrar una lectura que le proporcione una respuesta más rápida. Incluso, el lector “especializado” aquel que lee ensayo, cuento, novela, etc., por lo regular no lee poesía, de lo contario habría un potencial seguro de lectores de poesía. “Si bien como alguna vez escribió Borges: No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil, en estos tiempos pragmáticos la poesía es el poco alimento espiritual con que contamos, y el que a su vez nos permite soñar que es algo que a nadie le pueden quitar.” (Juan Guillermo Ríos Becerril).

Cabe preguntarnos, aunque la respuesta no sea asunto propiamente de este texto: ¿Por qué no es proporcional la lectura con la poesía, es decir, entre más se lea, más poesía habrá en el mundo? Qué rol juega la poesía en un niño, en un ama de casa, en un estudiante de bachillerato, en un campesino o en un obrero. En un país de 51 millón de mexicanos en extrema pobreza, en un tiempo en que la tierra agota sus recursos, en un tiempo del calentamiento global y de un futuro de creciente codicia. Qué hay de la poesía en una sociedad violenta y corrompida; donde salir a la calle nos lleva a pensar que tal vez no volveremos. Somos producto de lo que aprendemos y de lo que vivimos. La poesía se experimenta y sólo se alcanza la experiencia con aquello que tuvo o logra una marcada influencia en uno mismo. Lo poético no está en esperar todos los días, a la misma hora, en la misma esquina, el autobús que nos llevará al trabajo o a un destino particular, lo poético está en la enorme posibilidad que nos da la vida. El acto poético recae en lo mucho o poco inspirada que este nuestra relación con la naturaleza. Lo poético no está en la necesidad y el interés de obtener bienes y lujos materiales, el acto poético está en la búsqueda de esos bienes y lujos materiales y en la posibilidad humana al conseguirlos.

¿Sirve la poesía en un medio hostil, sin visos de esperanza, llena de conflictos y nimiedades? La respuesta sería contundente, no, la poesía no sirve para nada. Aunque se ha querido demostrar que la poesía es realmente útil para la sociedad, no lo creo así. Lo sagrado no es útil ni inútil, es, simplemente, necesario. De la utilidad se espera tener una retribución social: mientras que de lo únicamente útil para el propio conocimiento no se espera nada más que eso mismo. Valéry lo dejó muy claro al referirse a los poetas como esas personas que experimentan la necesidad de lo que comúnmente no sirve para nada. La poesía (dentro de un contexto ordinario) parece que no germina ningún fruto, se puede vivir sin poesía, sin que por ello seamos menos felices o nos enfermemos, lo que si queda claro es que sin poesía se actuará con una marcada pobreza de espíritu. Graciela D. Bracaccini lo dice de otra manera: “La cultura, el arte, han nacido de una necesidad humana y cualquiera que sea la interpretación de esa necesidad (psicológica, estética o espiritual), allí donde hay arte, hay un testimonio del espíritu humano, una prueba de la esencia creadora del hombre."

El uso que se le dé a la poesía tiene mucho que ver con la experiencia del propio lector. Estoy convencido que existe mucha gente que hace poesía en la vida cotidiana y no necesariamente son poetas, por el contrario, hay poetas que no lo logran jamás. “La poesía existe o no existe; eso es todo… La poesía se explica sola; si no, no se explica. Todo comentario a una poesía se refiere a elementos circundantes de ella, estilo, lenguaje, sentimientos, aspiración, pero no a la poesía misma… Cuando una poesía está escrita se termina, pero no acaba; empieza, busca otra en sí misma, en el autor, en el lector, en el silencio...” (Pedro Salinas). Hay que atreverse a vivir poéticamente, esto es, a llevar la poesía a la práctica, a insertar la poesía en la ciudad. Los males que aquejan a las sociedades modernas son políticos y económicos pero asimismo son morales y espirituales. Unos y otros amenazan al fundamento de nuestras sociedades: la idea de persona humana. Su raigambre de la poesía, finalmente, estriba en el desuso de la misma.

Bibliografía y notas


AUDEN, W. H. Breve defensa de la poesía. Traducción de Delia Juárez. En Travesía de la Literatura Inglesa. URL:http://www.nexos.com.mx/internos/saladelectura/travesia/wh_auden.asp

BELLÓN, Daniel. Lengua de signos. Tenerife, Colección Atlántica, 2002-2003.

FAJARDO FAJARDO, Carlos. Poesía y posmodernidad Algunas tendencias y contextos Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.

GOETHE, Johann W. Obras Completas. Tres Tomos. Madrid, Aguilar, 1957.

LÁZARO, CARRETER, Fernando. De poética y poéticas. Madrid: Cátedra, 1994.

MORA, Pablo. Para qué la poesía. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.

RÍOS BECERRIL, Juan Guillermo. Fervor por Borges. Un acercamiento a la poesía de Jorge Luis Borges.
En Unidad UPN. URL: http://www.unidad094.upn.mx/44/Fervor.htm

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