La virgen de los sicarios


 Una historia llevada al cine bajo el mismo título. Una novela incluida dentro del género del drama, relata en primera persona la vida de Fernando López, o simplemente López como todos lo conocen. El hombre regresa ya viejo de España y en casa de su amigo José Antonio, conoce a un chico de nombre Alexis (un sicario de 16 años). Pese al contraste de las personalidades y edades tan diferentes, el amor que nace entre ellos se justifica por la carencia de afecto que ambos vienen arrastrando. Fernando vuelve a su pueblo en las afueras de Medellín, de nombre Sabaneta, acompañando la peregrinación acostumbrada de los sicarios, pero sobre todo regresa con nuevos bríos porque el amor ha vuelto a florecer en él. Fernando López es un pedófilo, un gramático frustrado, un hombre desesperanzado que, ha visto de cerca la miseria de su país y, que a modo de conveniente espejo le devuelve el rencor acumulado. Con menosprecio y tedio describe lo que para él es el único rostro que tiene la vida en Colombia: la pobreza y la violencia. A través de una novela autobiográfica el autor nos va contando el navegar sin rumbo de su país, la experiencia cotidiana del presente entremezclada con su infancia.

Ustedes no necesitan, por supuesto, que les explique qué es un sicario. Mi abuelo sí, necesitaría, pero mi abuelo murió hace años y años. Con esta frase, comienza a adentrase al tema puntual de su conversación, la fe y el narco. Todos sabemos que es un sicario pero él se lo aclara a su abuelo ya fallecido: Abuelo, por si acaso me puedes oír del otro lado de la eternidad, te voy a decir qué es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo. El libro muestra la cruda etapa de Colombia arropada por el narcotráfico, cuando Colombia era el país más criminal de la tierra y Medellín la capital del odio, cuando la mayoría de los chicos de entre dos caminos el de la pobreza y el narco escogían el narco, pues en ésta empresa encontraban, tal vez la única razón de vivir: matar. Debido a que eran contratados por los grandes capos de la droga para aniquilar a sus enemigos no tenían más salida que ponerse en manos de la virgen de los sicarios.


¿Qué le pediría Alexis a la Virgen? Dicen los sociólogos que los sicarios le piden a María Auxiliadora que no les vaya a fallar, que les afine la puntería cuando disparen y que les salga bien el negocio. La Virgen de Sabaneta hoy es María Auxiliadora, pero no lo era anteriormente: era la Virgen del Carmen. Más allá de la imagen de Alexis pidiéndole protección (rezándole) a María Auxiliadora, Vallejo nos muestra la transición mediática de la sociedad: la humanidad para vivir necesita mitos y mentira. Si uno ve la verdad escueta se pega un tiro. Los intereses de la fe religiosa son los mismos sólo se han transportado los símbolos. “Por obra y gracias suya esta iglesia de Sabaneta antaño apagada hoy está alegre y florecida de flores y milagros. María Auxiliadora, la virgen mía, de mi niñez, la que más quiero lo está haciendo”. Con un lenguaje que busca constantemente reflejar la voz de sus personajes, Vallejo logra sumergir al lector en una atmosfera donde reina el desprecio y la corrupción.

Alexis, con más de 10 asesinatos en su haber a su corta edad, es el anzuelo perfecto que utiliza Vallejo para despotricar su descontento hacia las autoridades del gobierno colombiano. Al leer las páginas del libro nos encontramos con una novela que nos brinda un lenguaje asiduo, florecido por sus propios personajes. La guerra por los espacios es una constante entre las bandas y un chico es capaz de asesinar a otro por unos tenis o sólo porque está cruzando por su territorio. Queda claro que aquí la vida no vale nada y quien perdona amanece tieso en algún paraje. De los rasgos más penetrantes de La virgen de los sicarios se destaca la efectiva combinación de la materia puramente de ficción con un registro de índole documental. La religión es muy importante en estos jóvenes asesinos con sueldo, a pesar de su frialdad cuando de matar se trata, mantienen vivas sus creencias visitando estos santuarios.

Como es costumbre en estos terrenos, un día asesinan a Alexis en plena tarde en delante de Fernando, quien a pesar de haber visto mucho no deja de sorprenderse o de sentir la muerte de su “niño”. Sin embargo para los otros, para el país entero es una cifra más que ya no causa ningún sentimiento. Lo único que despiertan los muertos a estas alturas, es el morbo y el interés de los periodistas por lucrar con la información. Todos han terminado por acostumbrarse y vivir diariamente con estas escenas. Un cadáver más. Fernando conoce por casualidad a otro chico, Wilmar, que también resulta ser sicario, entonces el amor y la fe vuelven a renacer. Sin embargo, cuando ya suponía que había dejado la muerte de Alexis en el olvido, descubre que Wilmar, no es otro que el asesino de su amado “niño”. Cuando lo sabe sólo le da sentido a su vida la venganza. La duda y la rabia hacen que trate de matarlo mientras duerme, pero logra entender que esa no es la salida y decide proponerle rehacer su vida juntos en otro país, donde puedan vivir su amor sin desconfianza ni malos recuerdos. Preparan sus maletas y Wilmar se va a despedir de su familia pero, nunca regresa. Fernando recibe la noticia que Wilmar está en la morgue, víctima de un atraco.

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